Una ilusa cantante de ópera – trascendió en ese mundillo culto- esperó a ser convocada para cantar en la comida con motivo de la toma de protesta del gobernador, aquel 14 de diciembre. Se quedó esperando la invitación que nunca llegó, para ella y para el aficionado al canto, el también iluso Rafael Moreno Valle Buitrón, emocionado por cantarle a su jefe.
Simpatizante activa en la campaña del ahora mandatario, la cantante no fue invitada, y Moreno Valle Buitrón se amaneció ese día sin la Subsecretaría de Cultura en el gabinete.
En Casa Aguayo tenían otros planes, y no precisamente para apoyar el talento de artistas poblanos, sino contratar a la cantante de pop, Belinda, y al artista de la música norteña Julión Álvarez, proclive a los narcocorridos.

Si no es indiscreción: cuánto pagó el gobierno del estado con dinero de los contribuyentes en la contratación de Belinda y Julión Álvarez para cantar en la comida del 14 de diciembre en Casa Puebla?
Otra pregunta. Quién rentó y pagó el vuelo privado que aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Huejotzingo que transportó a jefe del gabinete estatal José Luis García Parra, acompañado de la actriz y cantante madrileña Belinda Peregrín Schüll, junto con otras personas.
En el primer caso, por tratarse de un evento oficial como parte del protocolo de atención a los invitados que asistieron a la comida con motivo de la toma de protesta del gobernador Alejandro Armenta Mier, está más que justificada la erogación transparente.
En el segundo caso, puede tratarse de un asunto de estrictamente privado respecto a la vida personal del diputado local con licencia y funcionario público de primer nivel.
Empero, por tratarse del jefe del gabinete estatal -una especie de vicegobernador- García Parra debe aclarar el origen del gasto.
Está en su derecho de gastar sus ingresos –seguro onerosos– como funcionario público como le venga en gana -incluso para contratar un vuelo privado- sin rendirle cuentas a nadie
Rentar o poseer una aeronave como la utilizada por el funcionario público estatal, una figura pública, acompañado de otra figura pública, ésta de la farándula y el espectáculo, sí merece ser transparentado.
La opinión pública se enteró por un programa de televisión dedicada al periodismo “rosa” del mundo del espectáculo, la farándula y las historias del corazón -Ventaneando-, en particular los poblanos, del nuevo novio de Belinda, el jefe del gabinete estatal.
De confirmarse esta presunta relación sentimental por el romance de Belinda con García Parra -sobrino del ex gobernador Mario Marín Torres– puede tratarse de un conflicto de intereses.
Resulta que la cantante fue presentada hace apenas unos días como parte del elenco para darle voz a uno de los personajes de una producción fílmica financiada por el gobierno estatal -una “Canita al Aire”- dedicada a las personas de la tercera edad, en locaciones de pueblos mágicos.
Ese mismo conflicto de interés estaría relacionado con la contratación de la cantante en la comida del 14 de diciembre en Casa Puebla, con motivo de la rendición de protesta al cargo del morenista Alejandro Armenta.
La vida privada de los gobernantes no son de interés público, se inscriben estrictamente en un asunto personal, pero adquiere interés público cuando se involucra el dinero del erario en la contratación de servicios de personas involucradas en una relación personal con funcionarios.

No es la primera vez en el estado que una figura pública se involucre con personas ligadas al mundo de la farándula y el espectáculo, como ocurrió en el morenovallismo con el difunto Gerardo Islas Maldonado, uno de los consentidos del entonces gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, también difunto.
El entonces diputado local y funcionarios estatal realizó una fiesta fastuosa en la ex Hacienda de Chiautla, en noviembre de 2013, donde fue la boda con la actriz Sherlyn, con quien contrajo matrimonio civil en septiembre de ese año, en Cancún.
Asistieron esa boda funcionarios públicos y miembros de la clase política de la era morenovallista, aunque no necesariamente era un personaje influyente, sino era funcionario público y el consentido de Moreno Valle Rosas.
El caso de Belinda-García Parra es muy distinto, guardando la distancia y las proporciones, porque se trata de un funcionario de primer nivel, el jefe del gabinete del gobierno de Morena en el estado.
No es la primera vez que el joven político y funcionario del gobierno de la 4T está en el ojo del huracán.

En agosto de 2023 en plena contienda interna en Morena por la candidatura a la gubernatura, los adversarios de Armenta filtraron la información respecto a la posesión de un auto de lujo de José Luis García Parra.
García Parra era entonces coordinador de asesores de Alejandro Armenta, presidente de la Mesa Directiva en el Senado.
Varios medios de comunicación -en “nado sincronizado”- publicaron que José Luis García fue visto circulando “y presumiendo en la ciudad de Puebla un auto de lujo, marca Audi R8, con un valor de más de tres millones de pesos”, con ingresos anuales por 800 mil pesos.
La noche del 3 de agosto en una carta enviada a Armenta, García Parra presentó su renuncia por “motivos personales” como coordinador de asesores en el Senado, y se presuntamente regresó el autos de lujo a la agencia distribuidora Audi, en congruencia con la austeridad morenista.
“Yo no soy responsable de los actos de otros, así sea quien sea, yo solo respondo por lo que hace Alejandro Armenta Mier”, aclaró el entonces aspirante a la gubernatura.
Para marzo de 2024 García Parra apareció postulado como candidato a diputado local por Morena, para las elecciones de junio de ese año.
Ya como diputado local con licencia y como jefe del gabinete estatal, igual como en 2023, hoy con mayor obligación, deberá transparentar el uso de una aeronave privada y despejar la duda de un posible conflicto de intereses, al revelarse que es el “novio” de Belinda, quien fue contratada por el gobierno estatal como actriz y cantante en un evento oficial y para un proyecto fílmico.