La derrota al partido-gobierno de la Cuarta Transformación al sepultar la Corte de Justicia el llamado “Plan B” de la reforma electoral, es un revés al autoritarismo y la arrogancia por el desaseo en el procedimiento legislativo para aprobar las enmiendas a la ley electoral.
Los nueve de los 11 ministros de la Suprema Corte le enmendaron la plana a la mayoría de los legisladores de Morena y de partidos aliados (PT y PVEM) por el simple hecho de que vulneraron la democracia constitucional, y peor, la parlamentaria.
Imponer las reformas en solo cuatro horas de sesión legislativa, sin el derecho de audiencia y debate del resto de representantes populares, por el solo principio de “mayoriteo” de la “aplanadora” de votos, fue suficiente para “sepultar” el llamado “Plan B”.
Dicho de otra manera, fueron tanto los vicios, errores y anomalías en los trámites y procedimientos que vulneraron la democracia para reformar la legislación electoral en la Cámara de Diputados, que con la mano en la cintura los Ministros les dieron palo.
El máximo Poder Judicial de la nación solo analizó y tomó una resolución de rechazo al “Plan B” de la reforma electoral porque se vulneraron principios constitucionales de procedimiento, sin haber analizado el fondo de las enmiendas a la legislación electoral.
La senadora y ministro en retiro, la morenista Olga Sánchez Cordero, fue la única voz discordante y sensata respecto a las posturas del resto de sus correligionarios, incluido el presidente Andrés Manuel López Obrador, al declarar que lo ocurrido en la sesión de la SCJN es una “lección” a la labor legislativa de Morena para mejorar y cumplir los trámites y procedimientos.
El revés al “Plan B” de la reforma electoral impulsada por López Obrador publicada en el decreto presidencial respectivo, que de inmediato fue impugnado con un juicio de inconstitucional por legisladores opositores, tiene responsables con nombres y apellidos.
De acuerdo con analistas y expertos en la materia electoral, los responsables del revés a la reforma electoral impulsada por López Obrador son el líder de la junta de gobierno de la Cámara de Diputados y coordinador de la bancada de Morena, Ignacio Mier Velazco.
Y del gobierno federal la corresponsabilidad, con mayor grado por tratarse del hombre de confianza del presidente- es el entonces secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, hoy una de las “corcholatas” presidenciales.
Ambas figuras políticas de Morena y del movimiento de la Cuarta Transformación son aspirantes a ser postulados a cargos de elección popular, Nacho (como dice su propaganda) Mier buscan la gubernatura de Puebla, y el tabasqueño nada más y nada menos pretende la candidatura presidencial.
Los errores que llevaron a un revés en la Corte de Justicia de la iniciativa electoral de un presidente que gobierna y vive solo para las elecciones electorales, tendrá un alto costo para las pretensiones políticas de Mier Velazco y de López Hernández, porque le fallaron al presidente.