En el mundo los atentados con coche bomba han sido clasificados como actos terroristas, menos en México, donde el gobierno federal minimiza la gravedad del hecho. Mientras Claudia Sheimbaum celebraba en el Zócalo de CdMx con sus seguidores de Morena los siete años de instaurado el régimen de la 4T, un coche bomba exhibió los contrastes.
La Fiscalía General de la República (FGR) atribuyó la explosión de un coche bomba en Coahuayana, Michoacán como un acto terrorista, pero al otro día, bajo el control del Palacio Nacional, la Fiscalía se retractó y calificó el hecho como delincuencia organizada.
El atentado a la comandancia de la Policía Comunitaria que el coche bomba ocurrió al mediodía del sábado 6 de diciembre y dejó seis muertos y cinco heridos.
La presidenta se limitó a señalar que “siguen las investigaciones” y el Gabinete de seguridad informará, además, detalló que la FGR explicará los avances de la investigación y “cómo se clasifica un delito”, porque para su gobierno la reclasificación fue de crimen organizado.
Irónicamente, es la Fiscalía Especializada Antiterrorista de la FGR la que se hace cargo de la indagatoria por el coche bomba enCoahuayana, Michoacán.
La FGR había informado que “inició carpeta de investigación en contra de quién o quiénes resulten responsables del delito de terrorismo (…).
Pero 24 horas después, sin autonomía ni independencia de la FGR, ahora con la fiscal Ernestina Godoy tiene que consultar a la presidenta Sheimbaum cómo quiere clasificar el delito del atentado con explosivos:
-¿Qué hora es?
-La que usted diga señora presidenta.
En atentados terroristas con conches bomba ocurridos en otras partes del mundo, los gobiernos no dudan en clasificarlos como ataques terroristas, como ocurrió en enero de 2016 con los realizados por yihadista del Estado Islámico (EI) en Estambul y Bagdad.
“Se trata de crímenes cínicos e injustificados que han vuelto a demostrar la falta de humanidad y crueldad del terrorismo internacional, reaccionó la cancillería rusa.
Se registraron atentados también en Latinoamérica, recientemente en Colombia, en Cali, con explosivos contra una base militar, así como en Valle del Cauca, y el derribo de un helicóptero en el municipio de Amalfi, en el nordeste del departamento de Antioquia, el 21 de agosto.
Los hechos en Cali fueron calificados por la prensa local como los “peores ataques terroristas” desde 2019, cuando la guerrilla ELN protagonizó un atentado con carro bomba contra la escuela policial General Santander, en el sur de Bogotá, dejando 21 muertos.
Al menos 19 personas murieron y 65 resultaron heridas en total hasta ahora en los sucesos de Cali y Amalfi. El presidente Gustavo Petro describió lo sucedido como “un día de muerte”.
Estados en México han sido escenarios de atentados con coches bomba: en octubre de 2024 tres policías resultaron heridos por la explosión de un coche bomba frente a una comisaría en Acámbaro, en Guanajuato; otra camioneta abandonada explotó en el centro de Pueblo Nuevo.
En diciembre de 2021 otro coche bomba estalló en Tula, Hidalgo, atentado dirigido a un líder huachicolero de un grupo denominado “Pueblos Unidos”, dedicado al robo de hidrocarburo e identificado como Artemio “El michoacano”.
La gravedad de los ataques con explosivos ocurrido en Michoacán, justo el día que los reflectores estaban en el Zócalo con la presidenta Sheinbaum con sus seguidores, es una realidad que, con ocultar la clasificación del delito como terrorismo, no resuelve el problema, aunque su preocupación sea la buena imagen de México para el Mundial de FIFA 2026.
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