Clara Brugada, la jefa de gobierno de CdMx, de la línea dura de Morena en la 4T, utilizó los mismos argumentos del régimen priista de Luis Echeverría a través de los regentes del DDF para culpar de la violencia a los estudiantes y justificar la represión del 10 de junio de 1971. Brugada reencarnó las figuras perversas y siniestras de los entonces jefes del Departamento del Distrito Federal (DDF), General Alfonso Corona del Rosal y Alfonso Martínez Domínguez, para mentir respecto a lo ocurrido con el ataque de “Los Halcones” aquel Jueves de Corpus.
Como en esas fechas, Echeverría (la versión reciclada en la 4T) ordenó al regente capitalino Martínez Domínguez ofrecer una conferencia de prensa urgente aquel de 10 de junio porque había muertos y heridos por “un enfrentamiento entre grupos estudiantiles”.
La actual jefa de Gobierno de Morena, como aquel 1971 con Martínez Domínguez, se hizo acompañar de titular de la PGR, de la PGJDF, como ocurrió con Pablo Vázquez, de la SSPC; la fiscal General Bertha Alcalde Luján, hermana de la lideresa nacional de Morena, hijas de la obradorista Bertha Luján del primer círculo de AMLO.
Brugada machacó con la narrativa para acusar de violentos a la “oposición” contra la 4T; descalificó a la Gen Z de no ser un movimiento; que no hubo jóvenes en esa protesta y se trataba de personas que “no quieren pagar impuestos”, según el guion del oficialismo.
Nunca se refirió la jefa de gobierno a las acciones ni de la existencia del “bloque negro”, negó la represión policiaca.
Le secundó Pablo Vázquez hablando como político de una presunta intención del generar la ingobernabilidad, y la fiscal General, con presunta autonomía, arremetió contra los presuntos delincuentes con la lista de violentos detenidos y consignados por daños.
La logística diseñada por el gobierno de presunta izquierda en la Zócalo con la colocación del muro de metal y dejar un solo acceso a la plaza pública, fue una celada, una trampa mortal para emboscar a los manifestantes, al estilo de un Estado represor.
La golpiza brutal de los policías antimotines a fotoperiodistas, así como a ciudadanos, documentado por los diversos videos difundidos en las redes sociales, exhibe la represión de un gobierno que presume ser de izquierda y reprime igual el viejo régimen.
Las damas de hierro Sheinbaum y Brugada -en un juego perverso de la policía buena y la policía mala- siguieron el guion para culpar y otra para investigar los hechos, pese a la acción coordinada, sin tocar ni con el pétalo de una rosa a los infiltrados del “bloque negro”.
Como “Los Halcones” de Luis Echeverría del 10 de Junio de 1971, Morena en la 4T del Siglo XXI ejecutó el mismo modelo de infiltración para inducir a la represión a las protestas sociales.
El “Bloque Negro” de Morena, como “Los Halcones” del PRI de Echeverría, detonan la represión violenta mediante la provocación. Ésta consiste en extremar el movimiento de oposición hasta llevarlo a la anarquía y el descontrol, así pierde popularidad y la represión se realiza con beneplácito de la mayoría”.
Esta táctica, bastante antigua, por cierto, consiste en infiltrar en el seno del movimiento estudiantil de aparentes activistas que se presentan como dechados de radicalismo y audacia revolucionaria. (Villegas; 1972, 22)
Los “Halcones” atacan a los participantes en la marcha pacífica. La infiltración deliberada para incitar a la violencia y al desorden y dar pie a la intervención de cuerpos policíacos o, como fue el caso, dar pretextos a los ‘Halcones’ para atacar. (E. Condés; 2001, 34).
Los gobiernos de Morena perfilan el mismo modelo de los dictadorzuelos de Nicaragua, Cuba y Venezuela.
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