
La Universidad Autónoma de Puebla enfrenta una encrucijada: se queda atrapada en las redes de poder del régimen de la 4T, o emprende una nueva reforma universitaria. Así de ese tamaño es el reto, consideran los decanos de la vida universitaria -muchos de ellos protagonistas- después de las elecciones, a unos días del informe de la rectora, y de conocerse quiénes serán sus colaboradores en la administración central.
Truncada su propia identidad desde el golpe de 1989 para pasar al dominio de régimen priista en los gobiernos de Mariano Piña Olaya, Manuel Bartlett Díaz, Mario Marín Torres… hoy la máxima casa de estudios necesita refundarse.
Asediada por el grupo predominante en el estado y el país ligados a Morena, la (B)UAP requiere una profunda revisión interna, utilizando las ventajas que ofrece la autogestión.
Desde la experiencia de la huelga -1986 contra el “plan Carpizo”- en la UNAM en la que participó como estudiante la actual presidenta Claudia Sheinbaum, le quedaron a deber al sector estudiantil los Congresos Universitarios como espacio de diálogo, debate y acuerdos.

El paro estudiantil de la primavera de la BUAP (2025) fue un acicate para generar los espacios de participación democrática de los sectores de la universidad.
La aparición de los pliegos petitorios del sector estudiantil que paralizó por más de un mes la actividades académicas y administrativa, obtuvieron como respuesta el pragmatismo de directores de las unidades académicas.
Nadie dio el paso en la universidad para dar cause a un proceso de revisión del sistema de educación, la eficiencia transversal de la gestión académica, administrativa y financiera.
Concluido el paro de labores con diversos “parches” para solucionar las demandas estudiantiles, en otros casos con acuerdos fijados con “alfileres”, no encontró una causa democrática para exorcizar a la BUAP del neoliberalismo.
La democratización exigida con la primavera estudiantil parista fue ignorada y menospreciada por los directivos de la universidad, o no alcanzaron a comprenderla o bien rehuyeron a un compromiso mayor para reencauzarla en un Congreso General Universitario.

La mano que meció la cuna en la sucesión rectoral con César Cansino
Politólogo al fin, asesor de los hombres del poder político en el auge del régimen priista, el académico César Ricardo Cansino Ortiz, le dio la lectura al efecto del paro estudiantil y al abandono de la plaza por parte de las autoridades.
Cansino se convirtió entonces en la punta de lanza de la cúpula de la 4T en estado, para disputarle el poder a la Rectoría en el campo de la batalla electoral el 10 de septiembre.
En esta trama cayeron los ingenuos opositores sistémicos en la BUAP de la ultra contestaría, que terminaron envolviéndose en la bandera oportunista de César Cansino y sus financieros.
El académico ligado a viejo PRI y al nuevo partido Morena en el estado, sirvió para disputar el poder universitario y sembrar el mensaje respecto del rumbo que debe tomar la universidad.
Uno de esos signos de intervención – apoyándose en los más de 31 mil votos estudiantiles obtenidos por Casino Ortiz- se podrá comprobar o descartar en la designación en vicerrectorías, la Tesorería, en la secretaría general y del abogado general.
A nombre de los más de 31 mil votos estudiantiles que no respaldaron la continuidad, el hombre de paja de la 4T en el estado y la mano que meció la cuna, quieren una parte del pastel.
La hipotética designación del candidato perdedor -como ocurrió en otras elecciones universitarias con académicos como Daniel Alcántara León– en un cargo como funcionario universitario, será revelador.
De ocurrir, convertiría a César Cansino en el “vicerrector de facto de los estudiantes”, un contrapeso permanente a la Rectoría, y lo sentarían a la “sala de espera” de la sucesión de 2029.
Una universidad pública y autónoma, con una Rectoría acotada por el poder político estatal o federal, sería el peor escenario para le centenaria universidad que arrastra con la maldición del pasado reciente.

LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA, COMO LA CARTA MAGNA, UNA VIOLACIÓN TUMULTUARIA
Posterior a los rectorados de los extintos rectores Alfonso Vélez Pliego y Samuel Malpica Uribe, electos por el voto universal, directo y secreto, de manera autónoma y democrática, en las consecutivas metió mano el gobierno estatal.
Fue el gobernador Mariano Piña Olaya el primero en intervenir para terminar con las era de la izquierda ligada al PCM, al ordenar el golpe para apoderarse con violencia de la BUAP y echar de la Rectoría a Malpica a punta de pistola.

Con los excomunistas y priistas, Piña Olaya, y en la transición con Manuel Bartlett, integraron una junta de gobierno de la UAP. Esos gobernadores intervinieron para designar rector interino, otorgaron premios a la traición con Revoes para “universidades patito”, cargos públicos en el gobierno (SEP, ASE…) e innumerables privilegios, y decidían quién debería estar al frente de universidad.
Esta mala práctica de intervenir en los asuntos de la principal universidad pública del estado se extendió al gobierno del panista Rafael Moreno Valle Rosas.
Una de las anécdotas más comentadas en círculos universitarios fue cuando el operador de Moreno Valle, el exdiputado Eukid Castañón Herrera, citó a Guillermo Nares Rodríguez para que renunciará a su pretensión de ser el rector.

– Yo ni te conozco, ni tendría porqué no participar en la elección, respondió el entonces funcionario universitario
–Pues ahora me vas a conocer, le espetó Eukid Castañón, al colocar sobre la mesa tres expedientes de indagatorias penales.
– ¿Por cuál quieres qué empecemos?, se va primero a la cárcel tu hermana por un faltante de 20 millones de pesos en el consejo de seguridad pública; o primero tú, para reactivar la carpeta judicial por el caso del “cubano”, le instigó Castañón.
El resto de lo ocurrido después en la BUAP es de sobra conocido en los círculos de la clase política, y nada estaría tan alejado de la realidad de la presunción de una eventual intervención en el era de los gobiernos de “izquierda” bajo las siglas de Morena.
Quién desde el poder político -como lo hizo el funcionario morenovallista- a quiénes y a cuántos les están leyendo la cartilla. Es pregunta.
Mientras tanto queda en el aire la disyuntiva de la universidad, entre quedarse en la parálisis funcional, acotada y alineada.
O bien, emprender un movimiento universitario académico autónomo, del antes y el después de la reforma universitaria, que le consolide con identidad propia en el quehacer sustantivo como institución de educación superior pública.
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