La última vez que Tomás Pérez Francisco fue visto con vida fue el 1 de mayo de 1990, cuando un grupo armado lo interceptó en su camino a las comunidades vecinas de Pantepec. Desde ese momento, se exige una respuesta activa por parte de las autoridades, que han revictimizado a los familiares y han cometido grandes omisiones en el proceso de búsqueda e investigación.
Su hijo, Guadalupe Pérez Rodríguez, continúa en la búsqueda de verdad y justicia en un caso marcado por la impunidad, el racismo y el borrado de los pueblos originarios en la historia mexicana. “El Estado tiene que asumir que toda la violencia se dio porque la permitieron. No la queremos pensar en abstracto”, sentenció.
La labor de Tomás Pérez como defensor del territorio también debió ser una línea de investigación fundamental, como expuso Mauricio González González. Para el integrante de CORASON, es urgente incorporar un enfoque intercultural que a la vez sea cuidadoso con la comunidad, y que tenga en cuenta la vigencia de las luchas de las comunidades indígenas frente al despojo.
“Si bien la lucha por la tierra ha marcado muchas regiones del país, particularmente en la sierra Noroccidental de Puebla es muy fehaciente porque los rastros están legibles en dolores como el que padecemos con Tomás. Esa es una de las formas en las que pedimos que esta investigación sea considerada”. Los activistas dejaron claro que mientras no se tenga una resolución en el caso, Pantepec resiste.



