Con la permanente responsabilidad de responder a la coyuntura y mantenerse a la vanguardia arrancó el IX Encuentro de Cuerpos Académicos y Grupos de Investigación. La edición virtual albergada por la IBERO Puebla concentró siete páneles simultáneos con temáticas como innovación curricular; evaluación educativa; impacto de las TIC en la enseñanza y el aprendizaje, y reformas educativas en educación superior, entre otros.
Durante la ceremonia de apertura, José Adalberto Sánchez Carbó, director del Departamento de Humanidades de la Universidad Iberoamericana Puebla, indicó que uno de los principales retos de la educación ha sido sortear las complejidades del contexto pandémico, mismas que se agravan en los sectores más vulnerables. El foro, comentó, representa una oportunidad para compartir aprendizajes adquiridos en los últimos meses que puedan aportar al bienestar de la sociedad.
Por su parte, Pablo Gómez Jiménez, presidente de la Asociación Nacional de Escuelas y Facultades de Educación y Pedagogía A. C., celebró la disposición de las instituciones participantes para acoplarse a los nuevos formatos. ANEFEP, la institución organizadora, registró la presencia virtual de 53 investigadores para los diversos momentos de encuentro.
ECOSISTEMAS DE APRENDIZAJE
Los cambios en el entorno son oportunidades para reformar lo que es perfectible. La educación, tan anclada al pasado como presionada por el futuro, encontró en la emergencia sanitaria un pretexto ideal para poner sobre la mesa la naturaleza y horizonte de los ecosistemas de aprendizaje. Así ha sido observado desde el área de Educación Virtual de la IBERO Puebla.
El director de esta oficina, Omar Gutiérrez Peral, ha constatado que una de las principales características de la educación a distancia es la agilidad de la comunicación. Al prescindir del encuentro cara a cara, profesores y docentes han tenido que encontrar el canal de contacto que mejor se acople a cada contexto. Asimismo, los recursos didácticos se diversificaron al tiempo que las aulas allanaron los hogares.
La pandemia consolidó la perspectiva ecológica del aprendizaje, una postura que sostiene que las personas tienen formas muy distintas de adquirir conocimientos y habilidades, mismas que están directamente relacionadas con sus respectivos entornos. Esto supone, explicó el académico, que la formación escolar y la experiencia de vida de cada individuo están en diálogo permanente.
Una implementación armónica de ecosistemas de aprendizaje en las escuelas debe contar con tres virtudes: límites reconocibles, mas no cerrados; adaptabilidad al contexto y a las modalidades cambiantes, y apertura a la diversidad de experiencias. “No solo aprendemos cosas importantes en las aulas, sino también a lo ancho de la vida. Esto implica un diseño curricular abierto”.
Las instituciones de educación superior son escenarios propicios para este modelo. La primera transformación propuesta por Gutiérrez Peral consiste en pensar la universidad como una comunidad activa, en donde las clases virtuales dejan de ser un recurso de emergencia y se compenetran armónicamente con la presencialidad. Esto es, privilegiar el campus como escenario para el encuentro social y migrar la cátedra a lo digital.
Dicha transición requerirá de una apropiación definitiva de la tecnología a través de la contracción de las brechas tecnológicas. Una vez subsanada esta problemática, las instituciones podrán acelerar sus procesos de innovación a través de alianzas con emprendimientos emergentes. Otros aprovechamientos tecnológicos incluyen el manejo estratégico de datos y la implementación de inteligencia artificial al servicio de la educación.
Los profesionales de la educación serán los responsables de sortear los obstáculos pedagógicos y tecnológicos que puedan aparecer en la transición a un modelo diverso, flexible y que aproveche los avances tecnológicos. Pese a que los cambios ocurrirán progresivamente y de forma colaborativa, “este es el momento de pensar los escenarios pospandémicos”, concluyó Omar Gutiérrez.
El foro coincidió en que el cambio de paradigma debe estar orientado a lograr los objetivos de las legislaciones con base en actividades sustantivas. Tal es el caso de la Ley de Educación Superior, donde se plantea la articulación de universidades que privilegien la flexibilidad, la internacionalización y la paridad de género, entre otros rubros.