“Todo un éxito. Inédito. Impresionante. Maravilloso. Democrático. Elección ejemplar. Un proceso innovador”. Los adjetivos calificativos son expresiones de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo al referirse a los resultados de la elección judicial del 1 de junio de 2025.
“Claudia Sheinbaum es la mejor presidenta del mundo”, declaró en Chiapas Andrés Manuel López Obrador, al acudir con acordeón a votar en la casilla cercana a su escondite.
“México es el país más democrático del mundo”, presumió la presidenta.
Las líneas arriba reproducidas son citas textuales, no corresponden voces demenciales de la “casa de la risa”, son reales.
Es el México que le tocó vivir a esta sociedad: la mentira repetida para hacerla verdad, propia del diseño de la propaganda oficial de los cerebros publicistas de la 4T.
La mentira como herramienta enajenante, propia de una enfermedad patológica con profundas raíces en la propaganda de mentiras de la Alemania nacionalsocialista.
En el sexenio de AMLO se repitieron las mentiras, hasta convertirlas en la verdad inobjetable e impugnables porque eran vertidas por la “autoridad moral y política” del presidente, el mesías.
Las mentiras se repetían todos los días: se acabó el huachicol (hizo millonarios a narcos con el huachicol fiscal); no hay laboratorios de fentanilo (se han destruidos cientos); no se dañará un solo árbol con el Tren Maya (impune el ecocidio).
En las mañaneras de las mentiras: ya no hay corrupción (pese al escándalo de Segalmex); la refinería Tres Bocas producirá gasolina barata; protegido con la estampita del Sagrado Corazón de Jesús contra el covid; negar la cifra de muertes en la pandemia y el desabasto de medicamentos.
Desmentir a las madres buscadoras, desaparecer las cifras de los miles de desaparecidos; negar infiltración del crimen organizado; abrazos a criminales y la mamá de capo del cartel de Sinaloa…
En el sétimo año del ejercicio del poder político, la presidenta de México les da continuidad a las mentiras de su mentor político: miente como respira, al referirse al fracaso de la elección judicial.
En el régimen de la 4T, propio de los perfiles de gobiernos dictadores – Daniel Ortega, en Nicaragua, y Nicolás Maduro, en Venezuela. Hacen de la mentira una verdad, y de la derrota una victoria, nadan a contracorriente de la realidad, y le hacen ver a sus seguidores, la “verdad”.
Para Sheinbaum y López Obrador, ambos son los mejores presidentes del mundo, en sus elogios mutuos; y al referirse a la democracia -supongo que la electoral, para Sheinbaum, “México el país más democrático del mundo”.
Abandonados por la mitad de los votantes en las elecciones presidenciales, e ignorados por 87 millones de mexicanos por la farsa de la elección judicial, calificar de “todo un éxito. Inédito. Impresionante. Maravilloso. (y) Democrático el proceso, es delirante.
Las mentiras las convierten en verdad, así se pudo constatar con el fraude cometido por el dictador Nicolás Maduro en las pasades elecciones presidenciales.
La verdad del “dictador” fue incuestionable e irrebatible, él ganó la elección presidencial y los opositores son “enemigos de la revolución”.
Aquí en México, para el oficialismo cuatrotero, para Sheinbaum, para el Partido-Estado Morena, todo aquel que dude de la “verdad” 4T, es neoliberal, conservador y fifí.
Con 13 millones de votantes, la gran mayoría extorsionados con los beneficios de los programas sociales Bienestar, acarreados, con dificultad lograron menos del 13 por ciento de la votación.
El fracaso de la elección judicial la convierten en virtud: una “elección histórica, inédita, innovadora y democrática”, pese a todas las evidencias de violaciones graves como la inducción al voto.
Lo que se vivió el 1 de junio en México fue la mejor puesta escena de la farsa, la mejor simulación para formalizar el asalto al poder judicial.
A la cúpula morenista y de la 4T les tiene sin cuidado si hubieran acudido a las urnas 100 mil, o menos de eso, se explica entonces el “optimismo” de la presidenta, como buena actriz de reparto en escena para darle el golpe final a la democracia y a la justicia en México. Patético.
El resto, lo que viene de la elección judicial no tiene relevancia, porque les interesa coronar el dominio del Poder Ejecutivo Federal sobre el Poder Judicial Federal.
Vendrán tiempos de la dictadura judicial dictada desde el Palacio Nacional donde el ex presidente de la SCJN (Arturo Saldívar) resuelva los grandes temas de interés nacional que se deliberen en la Corte, de acuerdo al dictado de Sheinbaum, y del interés del Partido-Estado.
El gobierno tendrá una Suprema Corte de Justicia de Morena, alineados a las instrucciones jurídicas de la presidenta.
Vestirán la toga en la Corte abogadas como la acusada del plagio de la tesis profesional de la UNAM para obtener la licenciatura.
Lo mismo ocurrirá con la morenista autollamada la “ministra del pueblo”, con su calidad técnico-jurídica por los suelos, con una imagen de una mujer en chanclas con una cubeta en una de sus manos, en la azotea de su vivienda, insultando a mentadas de madre a sus vecinos.
Jueces y Magistrados, ayudados con la ilegal inducción del voto en las urnas, con el acordeón en mano, muchos de ellos abogados de Morena, empleados federales y militantes, serán los impartidores de justicia, los jueces favoritos o jueves por encargo de la oficina de la presidenta o de los respectivos gobernadores.
Difícilmente un particular podrá ganarle un litigio al gobierno, las actuaciones de jueces, magistrados y ministros dependerán de las decisiones e indicaciones del Poder Ejecutivo federal, y en el peor de los casos, del poder económico y de la delincuencia organizada.
Ahora se podrá entender del optimismo delirante presidencial de AMLO y Sheinbaum, respecto a la elección judicial: “Todo un éxito. Inédito. Impresionante. Maravilloso. Democrático. Elección ejemplar. Un proceso innovador”.
