A Felipe Flores Núñez, quien siempre tuvo un gesto amable. QEPD
Vaya manera de cerrar el sexenio en la era de la Cuarta Transformación, más emocionante que en otros gobiernos del régimen priista, por el elevado nivel de escándalo.
Más de una semana el gobierno le pidió a Estados Unidos una explicación de cómo ocurrió la detención de los narcos Ismael “El Mayo” Zambada García y Joaquín Guzmán López.
El final del sexenio se puede comparar con una novela policiaca, con los distintos reclamos del gobierno mexicano y la respuesta de la administración estadounidense a través del embajador.
Pero quien exhibió el mejor guión de esta “novela” fue el propio delincuente, el intocable narcotraficante sinaloense que envió un primer mensaje al gobierno de la “esperanza”, al involucrar de manera directa al gobernador de ese estado, Rubén Rocha Mora.
Fue tan poderoso el involucramiento de un gobernador de Morena en la narcoreunión, que motivó que salieran en su defensa el resto de mandatarios estatales del oficialismo.
Zambada García fue citado como presunto mediador entre Rocha y el diputado federal electo del PRI y exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Héctor Melesio Cuén, para acabar con la disputa por el control de esa importante universidad pública.
La carta firmada por el narcotraficante y divulgada por el abogado, con el señalamiento al gobernador de Sinaloa, es una probadita de lo que está por venir en las “revelaciones” del jefe del Cártel de Sinaloa, donde se sabrá más de la protección de los gobiernos del PRI, PAN y Morena.
La famosa carta pública de Zambada donde expone su verdad de los hechos que lo condujeron contra su voluntad a ser capturado en la línea fronteriza con el vecino país del norte, expone en su dimensión de la narcopolítica en México, destapada la cloaca al finalizar el actual sexenio.
Cada gobernador, de la filiación partidista que sea, vive su propia realidad con la actividad y presencia de los grupos delincuenciales del crimen organizado, en algunos casos, en cohabitación.
Para nadie es un secreto que la delincuencia no sólo se apodera de las economías locales, sino que hoy figuran como “políticos” en cargos de representación popular, una vez habiendo penetrado, hacerse del control de las corporaciones de seguridad pública preventiva, y de la persecución de delitos.
En esta etapa del Gobierno Federal, uno de los resultados de la postura de “abrazos y no balazos“ ha propiciado el crecimiento potencial de la criminalidad, porque esta avanza con mayor velocidad a los resultados medibles del abatimiento de las causas sociales planteadas por el gobierno.
Como una maldición para el país, politizado o no el fenómeno, lo ocurrido en Sinaloa el pasado 25 de julio, deja de manifiesto una realidad: la narcopolítica, que no es exclusiva de este gobierno que ofreció ser diferente a los del pasado.