Al entrar a la recta final las campañas por la gubernatura, alcaldía y al Congres local, son pocas las expectativas de cambios radicales en la intención del voto, pero la diferencia será mínima. Es previsible que en dos semanas se cierre más la contienda, principalmente por la gubernatura y la alcaldía poblana, con todo y el efecto que tendrá en la elección de alcaldes y diputados locales.
Lo que parecía hace unos meses para el oficialismo un “día de campo” las campañas electorales, en la medida que avanza la contienda y se acerca el 2 de junio, la competencia es más estrecha.
Si bien las encuestas son solo la “foto del día”, la realidad es que no son el único indicador de la tendencia del voto, han perdido credibilidad las encuestas porque se han convertido en pieza de propaganda.
Sin bien hay que tomar en cuenta las recientes proyecciones de las encuestas, uno de los indicadores respecto al cambio de escenarios se refleja, por ejemplo, en el abandono del discurso de los 2 millones de votos comprometidos por Alejandro Armenta.
Comprometió esos 2 millones de votos de Puebla para la elección presidencial, y se daba por asentado que al llamar a votar “todo Morena”, esa misma cantidad la obtendría por la gubernatura, pero parece no será así.
Una cifra muy similar estaría proyectada y comprometida a los candidatos al Senado y a las diputaciones federales, por mencionar la campaña 6 de 6 a favor de Morena, en el caso de Puebla.
La dispersión del voto en los 217 ayuntamientos y en los distritos locales tiene otras particularidades, solo sumando los votos de los partidos coaligados con Morena o de los opositores, se podría obtener el resultado aritmético total.
Ni el debate entre los candidatos a gobernador ni las encuestas, pagadas o reales, difícilmente influirán en el sentido del voto “duro”, tanto para el oficialismo como para la oposición, sin embargo pueden registrarse algunos cambios en el sentido voto, a boca de urna.
Los llamados “votos duros”, de ambas coaliciones y sus partidos, están identificados, y tanto unos como otros le apuestan a los beneficios de los programas sociales y las acciones de gobierno.
Pero más allá de eso, es la inercia del voto donde los opositores son gobierno, como lo es la ciudad capital y los municipios conurbados.
Lo mismo ocurre en distintos municipios rurales en las diversas regiones del estado con predominio de Morena y sus partidos aliados.
Sin embargo la diferencia estará en la operación electoral de los partidos concursantes, y miren que son unos lobos con los colmillos bien afilados, como lo imaginará con el PRI y PAN juntos, y Morena con ex priistas en sus filas, que también le saben a la “mapachería” y alquimia electoral.
Es menor el margen, pero si existe una intención del voto oculto, de los que está fuera de los beneficios de los programas sociales y el control corporativo de oficialismo y de los opositores.
Los que no han decidido su voto, pueden subirse a la ola de la continuidad, o salir a votar en masa a favor de la alternancia porque no están del todo de acuerdo con la 4T, y pueden ser la diferencia para empatar los cartones, y quien gane, será por la mínima diferencia.
Esta mínima diferencia no necesariamente se reflejará de manera uniforme en el sufragio en las boletas para los distintos cargos de elección federal y local.
El voto diferenciado asomará la nariz y puede haber sorpresas en el sentido de cómo votarán por el candidato presidencial, el candidato a gobernador, a alcalde y a diputado.
En poco más de 15 días de las elecciones, en Puebla están por definirse puntos porcentuales en la intención del sufragio, y pueden registrarse sorpresas, por lo que es más sensato no hacer cuentas alegres y cerrar fuerte las campañas para convencer a los votantes.