El presidente diseñó, dirige y se sumó a los actos anticipados de campaña al regresar a las plaza públicas a la arenga a favor de los aspirantes presidenciales.
Andrés Manuel López Obrador insiste en la narrativa de su proceso interno en el partido oficialista Morena que se acabaron los “tapados” y el “dedazo”, y “será el pueblo” quien elija a su sucesor, todos ellos de confianza del movimiento de transformación.
Mientras de manera paralela los pre candidatos presidenciales de Morena y de los partidos aliados siguen en las giras proselitistas en los estados, con todas las ventajas y recursos, fuera del calendario electoral que establece la legislación.
Para el discurso presidencial el único proceso para que el pueblo bueno elija candidato para sucederlo, son las “corcholatas” que él seleccionó, y solo ellos, no hay otra opción que no sea la suya.
Lo ocurrido el fin de semana en los estados, con los actos proselitistas y las giras presidenciales, es justo la implementación del llamado Plan C al estilo de partido único, como ocurren el Partido Comunista de Cuba.
El propio Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, presumió el avanzado proceso interno morenista “mientras la oposición está dormida y derrotada”.
Se trata de los primeros aletazos de la elección de Estado perfilada en el Plan C del partido-gobierno de la 4T, con los actos anticipados de campaña, y posteriormente la puesta en marcha de la campaña y elección constitucional de junio de 2024.
Se trata por supuesto de una elección desigual presidencial, legislativa, por las gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos en 2024.
Sin piso parejo y con todas las ventajas propias del ejercicio del poder, con el aval del Instituto Nacional Electoral (INE), el gobierno y partido de la 4T librarán la madre de todas las batallas electorales porque los mueve la obsesión del control total y absoluto del Poder Legislativo.
El Plan C es finalmente la base importante del afán delirante del presidente López Obrador por consumar las reformas constitucionales que le den a Morena un empuje de largo aliento para perpetuarse en el poder, igual o más tiempo del PRI, o los suficientes para empatar el porfirista.
Morena y el gobierno de la 4T no tienes por el momento de manera visible un obstáculo electoral que les impida imponer en México a partir del 2024 una era de “morenato” con amplias posibilidades ostentar una Presidencia vitalicia con poderes metaconstitucionales.
Si antes del proceso electoral la competencia ya es desigual con actos anticipados de campaña del presidente y los aspirantes de Morena a sucederlo, en las contienda constitucional se consumará la elección de Estado.