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Piden justicia y no quede impune crimen de Marco Aurelio Ramírez

Periodistas de Tehuacán convocaban para el domingo 28 por la tarde a una marcha en esa ciudad para exigir justicia

Que los tres órdenes de gobierno esclarezcan el asesinato y haya justicia, pidió el padre Tacho en la misa de cuerpo presente de Marco Aurelio Ramírez Hernández.

¡Te rogamos señor!, respondieron los dolientes, familiares, amigos y colegas que asistieron a los servicios funerarios.

En la capilla ardiente yacían los restos del periodista, activista y abogado asesinado por un sicario en los primeros minutos de la tarde del martes 23 de mayo.

¡”Justicia”!, ¡“Justicia!”, “¡Justicia”!, clamaron a coro los asistentes al final de la misa celebrada a las 15 horas del jueves 25 en el complejo funerario Sulivan, al poniente de la ciudad de Tehuacán.

Habían pasado ya 48 horas del homicidio y no había detenidos, y a más de 150 kilómetros de distancia, en la ciudad de Puebla, el fiscal General Gilberto Higuera anunciaba un “avance” en la indagatoria.

“Espero que muy pronto les estemos dando cuenta no sólo de quiénes cometieron el hecho, sino que se los presentemos y entonces podremos hablar del móvil”, refirió el fiscal en un encuentro con reporteros.

Pero en Tehuacán, el duelo estaba acompañado del escepticismo, la rabia y la exigencia de justicia para que el crimen del periodista no quede impune.

Nadie puede decidir sobre la vida de un ser humano, pero la violencia en México le arrebata la vida a las personas, como ocurrió con Marco Aurelio Ramírez, deploró el padre Tacho, Ignacio Hidalgo Miramontes, párroco de la iglesia Preciosa Sangre de Cristo, de la diócesis de Tehuacán.

¡”Alto a la violencia”!, exclamó el padre Tacho al pasar lista de las víctimas de la violencia en el país como el atentado al arzobispo de Durango, Faustino Armendáriz Jiménez.

Pero, así como dispararon contra Marco Aurelio para arrebatarle la vida, lo mismo ocurrió en Michoacán con el asesinato del párroco Javier García Villafaña, también cuando iba a bordo de su automóvil, lamento el cura Hidalgo Miramontes.

En este contexto, como parte del evangelio, no dejó pasar los asesinatos de los jesuitas en Chihuahua, Javier Campos Morales y Joaquín César Mora, así como un guía de turistas y a un jugador de beisbol.

Y en este país de la violencia, cualquiera puede ser víctima de homicidio, por lo que es momento, subrayó el padre Tacho, de hacer algo para construir la paz y ponerle un alto a la violencia en todas sus expresiones.

Cerró la misma de cuerpo presente con un emotivo y prolongado aplauso para el periodista, activista y abogado Marco Aurelio Ramírez Hernández, definido por una de sus hijas como un hombre de filosofía humanista, al lado de la legalidad y siempre por la vía de la paz.

Esposa e hijas, una de ellas menor de edad, con dos de sus peluches entre sus brazos llorando inconsolable, estaban desechas, pero con el valor de exigir justicia, para que el crimen no quede en el olvido y los responsables sean castigados.

Periodistas de Tehuacán, antes de partir el cortejo fúnebre, convocaban para el domingo 28 por la tarde a una marcha en esa ciudad para exigir justicia, y convocar a un plantón en Casa Aguayo, sede del Poder Ejecutivo estatal, el martes.