Pese a la crisis económica y los desplantes del trumpismo, no ocurrió la ‘marea roja’ que se vaticinaba para el último supermartes. Los últimos conteos arrojan que el Senado de Estados Unidos permanecerá en control del Partido Demócrata; la Cámara Baja está muy cerca de ser dominada por los republicanos.
“La democracia en Estados Unidos está enferma”, diagnosticó Derzu Daniel Ramírez Ortiz, académico de la UPAEP, durante la mesa de análisis Las elecciones intermedias en los Estados Unidos y su importancia en la relación bilateral, organizada por la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la IBERO Puebla. La brecha entre partidos políticos, dijo, es reflejo de la situación social pues cerca del 40% de la población norteamericana recibe salarios precarios. Además, la evolución demográfica encamina al país a tener una población conformada principalmente por minorías étnicas.
El último proceso electoral intermedio retrata las divisiones sociales: mientras que los republicanos representan la homogeneidad blanca, los demócratas abanderan los intereses de las periferias. “El electorado está dividido por factores profundos: etnia, identidad, visión general de en qué país están”, comentó Ramírez Ortiz.
La jornada electoral llegó en un periodo crítico para la aceptación del presidente Joe Biden, misma que oscila alrededor del 40%. La división en el control de las cámaras tendrá efectos a corto plazo en la recaudación de impuestos, así como la gestión de la deuda y el gasto públicos, todo frente a una recesión económica que ya ha hecho mella en los bolsillos de la ciudadanía.
“Hay una sobrerreacción. Habría que plantearse si la crisis económica es producto de las malas decisiones de Biden o es una crisis global”, aseguró Agustín Aguilar Jiménez de la IBERO Puebla. Diferentes encuestas arrojaron que los temas que determinaron el voto estadounidense fueron, además del económico, el aborto, el control de armas, la migración y la criminalidad.
El académico recordó que la polarización es un mal histórico en Estados Unidos. Sus expresiones actuales, dijo, se basan en el miedo al incremento de la población no blanca, la participación de la población migrante y las brechas salariales por razón de origen étnico.
“Estados Unidos está profundamente dividido. Los grupos extremistas han existido, pero no han tenido fuerza importante. La orientación actual de los republicanos es resultado de cambios estructurales. […] Los estadounidenses están molestos con sus políticos y sus oponentes”, apuntó Aguilar Jiménez. El radicalismo, redondeó, está presente en republicanos y demócratas.
La sociedad estadounidense está acostumbrada a votar. La Cámara de Representantes de Estados Unidos se renueva cada dos años; la Presidencia, cada cuatro. El sistema de pesos y contrapesos forma parte de los principios fundacionales del país vecino.
Para José Luis García Aguilar, académico de la IBERO Puebla, las estructuras políticas norteamericanas están diseñadas para contener la polarización. Esto lleva a ambos partidos a moderar sus discursos dependiendo del comportamiento electoral en cada periodo intermedio. “Ni Trump es tan efectivo, ni Biden tan inefectivo como se piensa”.
Los movimientos al interior del Congreso estadounidense impactan a México. Existen discrepancias históricas entre partidos respecto a las relaciones internacionales. Tal es el caso de la postura republicana basada en la amenaza, en contraposición con la mirada demócrata más tendiente al consenso. Ambos coinciden, no obstante, en el proteccionismo de los intereses económicos.
A la espera de que Donald Trump oficialice sus aspiraciones para llegar a la boleta electoral en 2024, se anticipa una lucha por la candidatura del Partido Republicano. Del otro lado, Joe Biden podría fortalecer su intención de reelegirse. Independientemente de quien llegue a Washington, México deberá rendir cuentas en materia de seguridad y migración. “En 2024 van a coincidir las elecciones federales mexicana y norteamericana. Vamos a ver cómo se desarrolla”, concluyó